martes, junio 27, 2006

Et manteinant

Cuando el levante sopla, huele a alcantarilla. Dos años y medio soplando levante, es demasiado tiempo. Demasiado hasta para los que, exclusivamente, leen El País, escuchan la Ser, o creen lo que se dicen en los noticiarios de las tres ¿o Cuatro? cadenas de TV.

Menos mal que aún nos quedan hermosas canciones de amor, como Et manteinant; una de las más bellas que se hayan escrito. Así todo, señor Rodríguez, mañana es un mal día -si finalmente se decide- para contarnos otra de sus muchas chuflas en El Parlamento. Sí, Parlamento, con mayúsculas, aunque usted parece no prestarle la más mínima importancia a la casa de todos los españoles. Mal día, repito, para que nos informe de que ¿va a empezar? (es para morirse de risa) a hablar con los terroristas de ETA que llevan amargandonos la existencia desde hace treinta y tantos años. Et manintenant (por lo de la France), Santiago Carrillo dice que "hay toda una incitación al asesinato de (Rodríguez) Zapatero en España" (es para morirse de risa).

En fin.

domingo, junio 25, 2006

El final del corazón de tu bosque

(A mi madre)




He llegado muy lejos
-------------------esta vez, madre,
al final del corazón
------------------de tu bosque,
-----------playa virgen postrada, esperando.

------------------------Declinando
-------palabras-lluvia, poema-amor,
ungüento de ocres y amapolas
--------------porque carezco de nada
--------------------que no sea este siempre encontrarte
-------------(en mi doble vacío).

Aquí estoy, Encina
------------------Milenaria, entre tus miedos.
¡Cuántas estaciones subyacen
-------------a tu sombra, y sólo una gota para tanta sed!

He llegado venciéndome en la luz
--------------- desvanecida
en el trino escarchado de los pájaros,
---reclamando tu fuego
------ que endurezca mi arcilla,
---------que conjure el relente
------------de la noche,--- el polvo del camino que solapa mi voz.
--------------------Sola
-----------tejiendo y destejiendo mis raícesPenélope,
fingiendo mis semillas,
-------desandando---- (hilo-cangrejo) tus costuras.

He llegado a llorar la geometría de mis uñas malvas,
junto a ti, junto a la altas matas de las lilas de Invierno, madre,
al final del corazón
----------------de tu bosque

(y no haya retorno).

indah

sábado, junio 24, 2006

No hay mucho que explicar

Hablaba con mi madre, mejor dicho, ella hablaba conmigo.
¿Estás cansada?
No, mamá, no estoy cansada.
¿No vas a salir?
No tengo ganas de salir.
O sea, que estás cansada.
No, mamá, no estoy cansada.
¿Entonces?
Entonces ¿qué?
¿Tanto te enfada?
Sí, le dije, tanto.
Pero insistes en que no te importa.
No insisto, es que no me importa. No es asunto mío.
Si no te importara no estarías enfadada.
Seguramente, pero estoy enfadada. Y me voy a dormir.
O sea, que estás cansada.
La miré:
Sí. Tienes razón, estoy cansada, es más, estoy harta; es más, me pone enferma; es más, no te imaginas hasta que punto me enfada.
(Y sonreí) Un beso mami.
Buenas noches, dijo.
Buenas noches, madre.


indah

PD
Buenas noches a todos.

domingo, junio 18, 2006

Causalidad



Todo está lleno de dioses
Tales de Mileto




que recorriendo túneles del tiempo me ocultan las estrellas
cuando intuyo que, aunque no puedes verme,
me adivinas.

Y en tanto hila los silencios o teje sus porqué la noche
y a oscuras me pregunto quién podría querer ser extranjero,
quién profeta, quién sombra, sólo sombra,
quién bajar al averno, a lo confuso,
en un rincón inhóspito, abierto y solitario,
el libro egipcio de los muertos espera que le preste mis manos,
y pase página; que me adentre por caminos de agua
(una aproximación serena hacia la muerte), y a bocajarro me tope con sus dioses.

Sus dioses, ésos que oigo bajo mi piel
cuando me laten gemidos paralelos
o me respiran o acompasan las horas
y me ocultan seis cifras: una fecha. O mil fechas
y así morir mil veces hasta quedar exhausta de morirme.

Recompongo la luz en mi memoria: tras los párpados lloran los ojos
aguanieve de albedo, amargo albedo.
Debo volver-me digo-. Y vuelvo. Oigo mi nombre
y la querencia me vence hacia tu orilla, desnuda mar sobre la piedra.

Y entonces, hacia aquellas aguas amor (aquellas aguas),
vuelo.


indah

miércoles, junio 07, 2006

«Ayer no existió el mar»




Sólo me queda por cruzar este bosque de velas encendidas; sé que si atravieso sin perder el Norte, si no se desvanece mi sombra en ese contraluz, estaré a salvo. A salvo del dolor de la palabra escrita. Son ausencias. Cada palabra dicha sin ti es una ausencia. No es siempre, no, pero tiemblo cuando sin previo aviso muda su rostro el mar y el Poniente le pone a las olas un largo hilván de tristeza. Tiemblo cuando, como si fuera ciega, por sentirte, por saberte, palpo. Sin espejo para encontrarte, me queda la orfandad de este poema y quizá el instinto para soñar. Me queda el rumor de la mar, el horizonte -tan indeciso a veces- y aquellos viejos muros.

Junto al agua, prematura de harapos nací. Rojas mareas de sangre roja me bañan las cuencas, y allí, donde aún no terminan de ver mis ojos, la noche se llena de cadalsos. La oscuridad es un rito y se duermen sobre mi almohada tus sueños porque

«Ayer no existió el mar»

Y tú, que un día irrumpiste en mi recién estrenada adolescencia, te has eternizado en mí como una muerte lenta que no huye: me habita y rebusca entre los pliegues de mi memoria, y de mi piel, cada sí que no he pronunciado. Hablo por no oírla. Hablo a este trozo de papel, que como la tierral al cadáver me recibe y entierra mis palabras. Alguien debería llorar porque

«Ayer no existió el mar.
------- Desolados, los hombres
------------ miraban sin consuelo las ventanas.» (*)

y todos huían hacia el exterminio: hacia la noche oscura y abisal, celosa, cargada de silencios, repleta de acertijos, fría y transparente como el cristal que me persigue. No podrá alcanzarme porque no soy yo quien se detiene. Es mi infancia la que se para, y recuerda paisajes de invierno. Nada se puede contra la infancia ya vivida, ni contra esta necesidad de alargarme hasta acabar en ti.

Alguien debería llorar.


indah

(*)M.F.

martes, junio 06, 2006

Plegaria

Libérame, amor, para quererte,
del deshielo de Abril, del viento frío,
del golpear continuo del hastío,
de este estar sin estar; de sorprenderte;

de haber llegado a ti, de conocerte,
de soñar con ser flor, torrente, río;
de ese tentar tu corazón al mío,
con el zaino capote de la suerte.

Martirio y sinrazón, dolor que ensalma,
es este ansiar ¡ansiando poseerte!,
ser sólo sombra azul: tu mar en calma,

tu torre, tu pasión; tu contrafuerte.
Cuando la angustia se adueñe de mi alma:
¡libérame, amor, de esta no muerte!



indah

...

Me parece que lo lo que voy a copiar está ya en la 'libretilla' de Joshua :) Caray, ¡tengo un lío!, bueno, o dos... :) . Y aún así, ¡quién sabe porqué! -no tengo tiempo de investigar-, pues... bueno, seguro que he cambiado alguna coma. No puedo evitarlo.

En fin.

Yo qué sé. Toy'boba, seguro :)

Psche, me da igual.

Aborrezco ETCII.

sábado, junio 03, 2006

Clausuras interiores

Yo soñaba, despacio, geografías;
soñaba accidentes, el curso de los ríos,
acantilados, océanos, caminos,
y mares y montañas; y mapas, y fronteras.
Comprometí, compuse senderos de ti -perfectos-

Atrás habían quedado los templos interiores,
las catacumbas, el pan, el vino, el agua, las especias;
y del recuerdo, resguardaba mi espalda
la última clausura de la luna.

Todo era mío: te soñaba; y acomodada en el vértigo,
dibujaba -perfectos- la espina, el pájaro, la rama.
Te soñaba. Despacio. Con los brazos abiertos como alas;
y recreándose, mimaba mi voz tu voz en cada sílaba:

baldío fue acurrucar el alma en la palabra,
baldío retenerte en el escorzo en vuelo de tu nombre,
y baldío, escribirlo en el agua.

Baldío; sin riendas, sin dueño: un temblor,
un reflejo, el grito -murmurado bajito-
otra vez; otro nombre; y lo supe.

Mi tren, dragón devorador de inocentes princesas,
resoplaba en la vía
-«nunca digas adiós, da mala suerte»-
y el horizonte tiñéndome los ojos,
y allí, en el meandro de la memoria donde se ensancha el río,
el beso de la pluma,
del tacto,
del papel,
y del lápiz con el que escribo esta nota sin un adiós al fondo,
trastocaba mi tristeza en ternura;
en tus manos -colibrí o paloma, espina, rama- un poema;
y en las mías, con un sello, la hoja emborronada, y un destino ilegible;

como resucitar recuerdos tan sólo por el gusto de volver a enterrarlos
o como haber nacido con la piel vieja ya, y herida de muerte el alma.


indah