miércoles, abril 25, 2007

Como un grito interrumpido enmudece el pájaro herido por la piedra

Me he despertado sin mí. Miro, veo los infinitos planos que me rodean.
Me he despertado lejos, fuera de mí,
en alguna parte que no es el «mí» que oigo trastear en la cocina
(y es que no soy nadie sin café, ya lo sabes, sin el primer café).


**

aparto los ojos de la almohada
(temo ver
en ella
el rostro de Lázaro),
y salgo por el espacio vacío que existe entre tu cuerpo y la esclavitud,
para decir adiós con una mirada de rescate en los ojos.
Hoy será un hoy distinto: como ascender desde lo profundo demasiado rápido,
como una borrachera de nitrógeno,

como las piedras
que bajo la lluvia
pierden sus relieves
y gritan al sol
-hasta quedar sin voz-
que de nuevo las haga ser


***

y salgo, porque no puedo evitar que se me llenen los ojos de mar,
ni olvidar tu deseo de viajar sin ases en la manga,
sin señas de identidad,
sin pasaporte;
y me cojo de la mano y me arrastro (¡vamos, me digo, vamos!)
hasta el deseo de estar sola. Sola sin mí.
(Vuelvo dentro de un rato)


****

Y vuelvo, sí, con jirones de infancia en los ojos,
soñando arenales; resistiendo el dolor y una antigua sed de mares.


*****

Y ahora, dime:
dime cómo puedo explicarme, cómo,
que vengo de dejarte allí,
sola como un grito enmudecido,
como el pájaro herido por la piedra,
como su voz (tu voz) oculta en los enigmas
que, quizá, no supe descifrar:
como un grito interrumpido hasta quedar sin voz.


indah