Tormenta
Qué avaricia, pienso:
nada dejó a su paso que fuera tuyo y mío.
Deseaba saberte; deseaba saberte más adentro (sí, más adentro)
pero hasta el saboreo de sentirme
y de saberme amada en tu silencio, se ha llevado.
A mis pies, dibuja la tierra el último aguacero.
Pasa la lluvia. Todo pasa. Pasan las palabras, las miradas,
las palabras, las lágrimas,
y aunque más añil y más mía
conservo la dicha de haberte amado así, como te amo,
y aunque de nuevo oigo mi nombre, me demoro:
ansío hallarte en su último aleteo,
pero ellos -los pájaros-, como tú, como yo, olvidaron su vuelo.
indah