domingo, diciembre 04, 2005

Vengo

Forzada a respirar aunque no quiera, vengo con un dolor antiguo,
con un sabor a pérdida y fracaso habitando mi boca,
acarreando a duras penas mis silencios,
con alma desplegada (para secarla al sol de tanta lluvia).

Forzada a no morir; forzada a respirar aunque no quiera,
llego hasta los bordes templados de tu geiser
tirando de mis huesos fracturados, con el ansia excavada entre los ojos
de verme reflejada en tus pupilas de cinc y piedra y fuego.

Vengo... porque necesito contarte tantas cosas:
los veranos de tranquillón y alfalfa, los otoños de vides, los inviernos,
las madrugadas oscuras, tan oscuras para pescar estrellas,
y el cansancio. Este cansancio de no saber, y saberte tan lejos.

Vengo para guardar en ti mi desamparo de mar embravecido,
mis alas rotas; mi corazón de virgen portadora de lámparas marinas.
Y llego, plena de nácares y azules, a ofrecerte mis manos:
estas manos (tan vacías de ti) desbordadas de plánctones y algas.


indah

3 Comments:

Blogger Miles Glorious said...

Decían los clásicos: Militia est vita hominis super terram. (La vida del hombre sobre la tierra es una lucha).

No nos queda otra, Indah. Hay que venir, volver a venir, siempre virgen y con la cara alegre y limpia y nueva del día recién nacido.

Con los dolores antiguos y con los fracasos, pero volviendo siempre.

1:53 a. m.

 
Blogger indah said...

Hola José :) Gracias por pasarte y por tus palabras. Es una sensación curiosa, ¿cómo explicarla?, es... ¿como si de pronto sintieras un calorcito, que llega sin saber de dónde, en el corazón? Pues sí. Pues sí. Y no, la mantita eléctrica ya no la necesito, así que no viene de ahí. Está off.

Gracias de nuevo por los ánimos. Los clásicos casi siempre tienen razón y conviene que nos lo recuerde :)

8:21 p. m.

 
Blogger Mar said...

Vengo para guardar en ti mi desamparo de mar embravecido,
mis alas rotas; mi corazón de virgen portadora de lámparas marinas.
Y llego, plena de nácares y azules, a ofrecerte mis manos:
estas manos (tan vacías de ti) desbordadas de plánctones y algas.

indah
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Siempre venir, volver para contarle tantas cosas... y saber que alguien está para escucharlas...

Hija, no hay derecho, las contracturas musculares son mumalísimas, mucho, pero esto no se hace, jolines. Recuerdo este poema y especialmente se me quedó, en aquel momento, este verso.

"Forzada a respirar aunque no quiera"

Y es que yo no podía respirar.

Un beso envidioso.
Mar

2:58 p. m.

 

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