lunes, septiembre 19, 2005

Desvelos VII

(VI...) Lo único que quiero es, ¡despertar!



Porque no quiero ser «el niño en el bautizo,
ni en la boda la novia, ni el muerto en el entierro»,
y porque no quiero ser -ni quiero que lo seas-
mano que empuñe un arma,




VII





a veces tengo un insomnio herido, un enlutado insomnio que me impide dormir mis insomnios más leves y propicios; que no vierte mi sangre, ni lame mis heridas, ni cuenta mis historias, ni habla de mis ojos que, como cada noche, permanecen abiertos a la vida.

Un sonámbulo insomnio que habla del hombre, del genérico: El Hombre. Y se despierta lívido, y se agita porque tiene pesadillas de muerte, pesadillas de guerras; porque día tras día contempla estremecido su torpe y lento paso, y porque incapaz de morir su propia muerte dejar de ser quisiera en la de otros.

Tengo un insomnio que sufre por mí y por mis culpas. Porque yo -genérico de hombre- no soy capaz de hacerlo, ni de contenerlas ni de sentirlas como debería. Y por eso: porque no soy capaz, eternamente errático cabalga por campos sembrados de cadáveres -los de toda la Historia- desvariando ante tanto sudario, ante tanta visión inmóvil y cetrina.

¡Ay!, no precisa este insomnio de plañideras para llorar su impotencia. Ni de mis ojos, ni siquiera precisa de los tuyos: si en el silencio que rodea a la vida sus pavorosos y atormentados gritos no consiguieran que tú o yo llorásemos, llorarán las piedras.

Hoy tengo un insomnio movido a compasión que se duelen del dolor de los dolientes, del dolor de los deudos, del dolor de las madres, los hijos, las mujeres. Un insomnio que se duele, también, del dolor de aquellos que lloran en silencio: de aquellos sí, de aquellos que mientras sujetan sus armas como pueden, a manotazos espantan sus recuerdos.


indah