miércoles, septiembre 06, 2006

Cuando nos cruzamos en el olvido.

Tus ojos se precipitan sobre mi cuerpo como se precipitan las plumas de las aves hacia el mar cuando atardece. De nuevo has olvidado, me temo, que ambos: mi cuerpo y yo, somos, ya, inmunes a tu mirada.

Te observo mientras avanzas entre la gente; compruebo que tampoco hoy echarás de menos las miradas de admiración que siempre te rodean. Y sonrío porque a pesar de ello caminas hacia mí, inquieto, desasosegado, sorprendido porque no puedes evitarlo; sí fueras capaz, suplicarías para que las sombras me ocultasen o para que la tierra se abriera y me tragara. Y, sin duda, podrías lograr cualquiera de las dos cosas, no he olvidado la magia que hay en tus palabras, pero tus ojos, como Bruto a César, te traicionan.

Se precipitan tus ojos. Te precipitas tú, que vibras en el aire al igual que las preguntas que no te permitiré formular; no he perdido mi facultad de leer, incluso en la distancia, incluso ocultos en esa mueca con la que tratas de alejar de tu cara cualquier vestigio que los delate, tus: «qué haré», «qué hará», «qué diré», «qué dirá», que tiemblan entre las otras dos que son, para tu vanidad o para mi vanidad, mucho más importantes: «qué sentirá», «por quién».

Y mientras tus ojos se precipitan sobre mi cuerpo, y llegas precedido de ese revuelo, en el que te sientes como pez en el agua, yo, sonriente, y tranquila, decido a cuál de los mil nombres por los que podrías llamarme no voy a responder.

(De Cuentecitos)

indah


5 Comments:

Blogger Capitán Alatriste said...

Guau indah, esa es una forma brillantísima de describir una situación cada vez más cotidiana. Yo creo haber estado en uno de los dos lados del olvido y creo que no se podría contar mejor. Me he identificado bastante.

Sé que soy un empalagoso pero es que es un placer leerte. No me canso de decirlo.

11:21 a. m.

 
Blogger indah said...

Recuerdo los milhojas (la primera vez que comí uno fue en Madrid). Si bien, he de decir, tuve auténticos problemas para decidir qué pastelito quería ¡había tantos!, y todos tan apetecibles.
Puff, no me va a quedar már remedio que decir que de 'bolilla' (así dice un amigo que debo ser -estar-: síiiiiiii, guajín, no lo niegues :) nada. Poquita cosa, es cierto, bueno, sí, chiquitina sí, pero esbelta.

Gracias, mi Capitán. Estoy contenta de saberme acompañada (en alguno de los 'lados' de la barricada. Cruzo los dedos y espero que sea el mismo. En el otro abunda la gente regularcita :))

10:10 p. m.

 
Blogger Carz said...

¿Eso significa que tiene 999 nombres a los que sí que le responderás?

Puff, eso es ponérselo muy fácil, lo cual algo significa, y me gusta.

Un abrazo

12:20 a. m.

 
Blogger indah said...

¿Eso significa que tiene 999 nombres a los que sí que le responderás?

Me temo que no. Pero no pasa nada, aún tienes dos oportunidades más. Y como sólo hay otra respuesta, pues...

Cachis en los mengues, si es que, ¡no tengo remedio¡, es muy fácil :))

10:09 a. m.

 
Blogger Mar said...

"Y mientras tus ojos se precipitan sobre mi cuerpo, y llegas precedido de ese revuelo, en el que te sientes como pez en el agua, yo, sonriente, y tranquila, decido a cuál de los mil nombres por los que podrías llamarme no voy a responder."

Este final es de antología.
¡¡Cuanto tiempo hace que tú y yo nos cruzamos en el "no" olvido!!
Cada poema es un guiño al pasado y es que "casi" me los aprendí de memoria. No obstante, siempre, siempre que vuelvo a leerte es un descubrimiento.
Tú, dices, admiras mi capacidad para sintetizar y yo, guajina, admiro cómo nos llevas por todo el poema como estuviéramos flotando y el tiempo no existiera.

Mis letrillas son "aidpc" seguro que es un buen augurio para esos exámenes. Suerte.

Besos.
Mar

¡Ah! para el Capitán Alatriste, nos has abandonado, truhán, y se te echa de menos. :-)

5:57 p. m.

 

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