martes, marzo 21, 2006

A tu manera.



La cara de los sueños mirada pura es, viene derecha,
diciendo: «A ti te escojo, a ti, entre todos» como lo dice el rayo o la
fortuna.
Pedro Salinas.




Hay nubes sin color, sin artificios, que trasparentan un cielo inalcanzable;
tiene hoy la mar color de fortaleza, y sobre ella,
libre, planea entre gaviotas
-grito blanco y azul-
una cometa.

De cuando en cuando,
las olas, que como piratas disfrazados de sal abordan nuestra sombra,
se reparten: un horizonte en busca de miradas,
dos minutos de paz,
dos «convergerte»,
cuatro decirte, amor, lo que tú quieres,
y un sólo repetirse,
una vez y otra vez y otra vez, el nombre de mi nombre, en tus labios.

Hasta que la tarde, como una catarata
perseguida por una estrella vespertina, palpitante aún de vida,
enrojecida como un campos de sueños y amapolas,
se abaja hasta la tierra, y se delata.

Se delata. Delata su último deseo: trasfundirse sobre la piel del mundo para morir su bella muerte entre unas roca que, por un instante, olvidan que son rocas -grises como la soledad, como la pena o la tristeza grises- para amarla.

Y mientras mis manos -ya barcos de papel a la deriva-
amor mío,
navegan por insondables mares donde aún se oye tu risa,
y con mis dedos, el aire de la noche cuenta ausencias,
sobre la arena húmeda,
la huella de tus labios tiene frío.

indah