viernes, marzo 10, 2006

Crónica de un poema anunciado

Vaya tarde, Señor, vaya tarde me estás dando.
De aquí para allá, mil y una vueltas,
y no encuentras un recuerdo que no duela,
donde quedarnos y descansar un rato
(y eso que sólo pido un corto, escueto, exiguo rato).
Ya no sé en qué espejo mirarme
para no ver tu rostro de Verónica pura.

Tus «lignum evocationis», desperdigados por el pasillo,
procesionan, mientras el alcanfor y el papel plof con que los protegias,
¡oh, sí!,
te transgreden: trasueñan otras astillas que puedan conservar impolutas.

Se te ha olvidado, creo, que tus «mariquitinas»(*)
ya no se dejan recortar ni vestir
-y no hay una estufa de leña para que ardan;
ni una montaña para que se resuiciden,
recuerdo abajo, deUnaVezPorTodas-,
que tu muñeca vestida de azul,
se dejó su camisita y su canesú, y su cepillo de dientes, a saber dónde;
que han pasado dos millones doscientos no sé cuántos días
del calendario Juliano, y tú sigues ahí,
coleccionando muescas, en plan Lucky Luke,
mientras se salen con la suya los malvados hermanos Dalton.

Suspiras, moqueas y suspiras, igual que la princesa,
aquella que, porque un día -sólo un día- estuvo triste
a Rubén Darío le dio por ahí, y le escribió unos versos,
(¿qué porras tendría la princesa que aún nos acordamos?)

Y a ti, guapita de cara –me pregunto- ¿qué cáspitas te pasa?
¡O fallax amor! ¡O Cupido, quantus es!
¿crees que porque «sus-suspi-suspires» alguien te escribirá un poema?
Pues sí que estás hoy boba.

¡Qué tarde me estás dando! Parecemos un «cerrado por defunción»
cuando tendríamos que ser
un «viento en popa a toda vela» -léase adiós, y que le zurzan-.

Anda, princesa, sécate ya las lágrimas, y límpiate los mocos,
aunque sea con una servilleta, o con la manga, y sonríe;
y no me hagas recordarte, que tú, más bien eres... plebeya.

(Yo no sé cómo estaría Rubén Darío,
pero a mí, hoy, te lo juro, ¡me tienes harta!)

indah


(*) «mariquitinas» (muñecas/os de papel y sus vestiditos, etc., que
se recortan :)

9 Comments:

Blogger UMA said...

Yo, mientras me fue posible, te dije que amaba estos momentos tuyos;)
Detesto los signos de admiraciòn, lo juro, pero cuando te los escucho en un:
-Y a ti, guapita de cara (aunque no los lleve)...
-¡O fallax amor! ¡O Cupido, quantus es!
-¡me tienes harta!

Me levanto y aplaudo, ay! que te juro que si, guajina!
(de paso me los uso todos;)

Sos una diosa en estos estados, te queda muy bien, gran admiraciòn de mi parte por la destreza...
Un abrazo, In.
Te sigo, ya sabès.

4:28 a. m.

 
Blogger indah said...

Gracias uma :)

Yo tuve también un época en la los signos de admiración me hacían poca gracia, pero a estos momento ("verduleros" como suele decir mi madre :) les pasa como a las patatas a la riojana: que necesitan su dosis de pimentón, né. Ná, ahora en serio, perdí el miedo a los signos de admiración después de leer a Vicente Aleixander y a Juan Ramón Jiménez. No voy a decir que abusen, pero ellos los usan cada vez que les apetece... hmmm... ¡pues como yo! :))

Me alegra saludarte. Mucho.

5:24 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Y digo yo que

¡qué porras tienen que ver las patatas a la riojana con las admiraciones! ¿eh? ¿eh? porque efectivamente el pimentón es importante pero al lado de tus verdulerías, ¡hija de mi alma! se queda insulso...

Y las mariquitinas... ays, cuántas he recortado.

¡¡¡Excelsa Indah!!! yo también era abusadora de signos pero me quedo corta para la admiración.
Besos.
MAR

12:00 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Y ¿has visto que me deja publicar como usuario anónimo? ¿a mí?

¡¡Qué desfachatez!! Jajajaaa

MAR :*****

12:02 p. m.

 
Blogger reuben said...

Yo en una época no escribía paréntesis, porque Twain decía que un verdadero escritor no los necesita ( y que él le habría pegado un tiro al que le adjudicara haberlos usado alguna vez ).
Supongo que habrá que ser adicto y no-adicto a algunas cosas por etapas, y acostumbrarse a ser príncipe o mendigo también por etapas.
Saludos

9:41 p. m.

 
Blogger Carz said...

...y una lágrima recorre su mejilla
para acabar atrapada en una manga...


Me ha gustado mucho indah

Un abrazo

2:03 p. m.

 
Blogger indah said...

Uís... ¡pero Mar! Cachis en los mengues, niña, que no había visto tu respuesta, si es que... en fin, no tengo remedio,...

"¡qué porras tienen que ver las patatas a la riojana con las admiraciones!"

Jo, que me has pillado, ya sabes que se me da regulín regulan la cocina, pero te explico: cuando yo llegaba del "cole" y preguntaba ¿qué hay de comer? y me contestaban: "patatas (a lo) pobre", yo el "a lo" nunca lo entendía, entendía que eran pobres, igual que yo, y claro, me daba mucha pena. Así que el día que pusieron patatas a la riojana, pensé que eran patatas (a lo) rico, caray, vaya diferencia, pues eso, como cuando dices, por ejemplo: ay. Nadie te hace caso, pero si dices: ¡¡ay!!, la cosa cambia, y mucho, es un ¡ay! rico ¿o quejoso?, el otro es un ay pobre ¿o austero?

"¿eh? ¿eh? porque efectivamente el pimentón es importante pero al lado de tus verdulerías, ¡hija de mi alma! se queda insulso..."

Ejem; el pimentón... y el chorizo, quilla, que también es importante :)) el kujtefnife, no: eso es, fonéticamente hablando, lo que me toca escribir :)))))

7:55 p. m.

 
Blogger indah said...

Hola reuben.

Jolines, si a mí alguien me dice que me pega un tiro por escribir paréntesis... palabrita de honor que tampoco los escribo :))))

De todas formas, Twain, se referia a los buenos escritores, así que... yo no me doy por aludida :) Pero tú no te libras: ten mucho mucho cuidadito, no los escribas; puede ser que a los paréntesis les ocurra como a las escopetas: que los cargue el diablo.

Gracias por tu visita :)

8:00 p. m.

 
Blogger indah said...

Hola, Carz.

No lo sé, pero me parece que no es el mejor destino para una lágrima. Y, sin embargo, ¿cuántas brotarán, exclusivamente, para quedarse atrapadas en las mangas?

Me alegra que te haya gustado :)

8:07 p. m.

 

Publicar un comentario

<< Home