jueves, abril 24, 2008

Ser madre <> Ser madre

Así es. En esta España nuestra vivimos momentos en los que, cuando uno se detiene y piensa, y piensa, y piensa, no sale de su asombro.

Vea usted si no: en España, una mujer, puede tomar la decisón si tiene dieciseis años (y de esto no estoy muy segura pues hay en la alacena –esperando – un nuevo proyecto de ley), de abortar. Incluso si tuviese menos, y sin conocimiento de sus padres, podría optar a la pildora ‘del día después’.


(Hay que fastidiarse, a su madre –madre como ella podría serlo, nadie le va a informará de sus derechos de madre, ni de qué cosa le van a dar a su hija, ni de las consecuencia que tendrá que se la tome).

Podría criticar lo que he dicho anteriormente, lo que he dicho antes del paréntesis, pero no lo hago porque soy mujer y no sé que haría yo. Ni idea tengo de qué haría -¿qué haría?- si pensará en que no tendré ninguna ayuda si, embarazada, decidiera seguir adelante y ejercer mi libertad de ser madre frente a mi libertad de quitarme de en medio a la futura criatura que seguramente, no sólo me comerá a mí, sino que me amargará la vida con sus exigencias y caprichos, pues –dicen los psicólogos, tendrá tal cantidad de traumas al haber decidido yo --- y me hará culpable de ello--- traerle al mundo, sin un padre que le preste su figura para hacerse hombre, ni una buena madre (al menos eso se sigue diciendo, e influye en la decisión de abortar, o no) con la que compararse para hacerse una mujer (o lo que sea) de provecho.

Bien, pues solucionada la situación en uno u otro sentido, llegará un momento en el que, tras decidir lo que hayas decidido con toda la ayuda posible de este Gobierno que es tan ‘progue como censor de sites web para según qué ciertos estamentos si mi decisi'on fuera abortar, intentarás convencer al ministro de turno de que –por ejemplo- tú, y con mucho más fundamento que otros- no estás dispuesta a que a tu hijo(a) le ‘empapucien’ a lo bestia y sin anestesia, semejante tocho (por decir algo suave) denominado: Educación para la Ciudadanía.

Y claro, pensarás que ejercer tu derecho de objeción va a ser (será) tan sencillo como convencer al psicólogo (virtual, por supuesto), de cuánto, y de qué forma, tu embarazo afecta a tu salud psíquica. Tanto, que has de abortar a las veintitantas semanas.Y total, porque se te olvidó tomarte la pildora anticonceptiva (y cuánto, cuánto lucharon las generaciones anterirores a la tuya: la de tu abuela, la de tu madre, para que tú gozaras de tal derecho: ser madre con todas las consecuencias; no serlo porque no te daba la gana, o porque nadie te iba a ayudar a vivir tu maternidado, o porque no tenías edad ni capacidad –o quizá sí, y no supiste cómo- para decirle al ‘andova’ de turno que se dejará de tontería y tomara las precauciones debidas –y él, claro está, dijo: un jamón con chorreras maja, ya puestos, pues... -

No sé cómo... bah, dejémoslo en que no sé cómo explicarlo. Pero si tuviera que hacer una tesis sobre el fariseísmo –que no es el caso- tendría mucho camino recorrido, y si no fuera tan serio, pues está en juego una vida, diría que esto es como lo del trasvase que no es travase.


(Soy consciente de que no todos somos capaces de olvidarnos de ‘NOS’ y pensar en el otro. Pero todos debemos de ser capaces de calcular que un euro vale 166 pesetas, y que dos euros no son una bobada, sino que son trecientas veintitantas pesetas. Soy consciente de que, en ocasiones, es tal nuestro egoísmo que ni siquiera somos capaces de pensar).