A merced del miedo
Aunque hacía calor -demasiado-
oculté las manos.
Y en la línea del forro, ya sabes: ahí donde
por mostrar escondites secretos se descosen los bolsillos,
descubrí -de nuevo- el tacto de la arena fina. Ya sabes, la de la playa.
(La has guardado sin lavar -la chaqueta-, me dije).
Y pensé en ti. No fue alegre la vuelta a casa.
Has de acostumbrarte -me dije-.
Y asentí, y pensé en ti y en aquello que dice Olvido García Valdés:
"Terminada la juventud,
se está a merced del miedo".
Y antes, me hubiera gustado decirle. Y después.
indah
2 Comments:
A veces, la linea del forro, resulta más decidida que nosotros: recoge y conserva de forma natural e incondicional.
Nosotros tamizamos lo que recogemos, y, a menudo, el miedo tiene un tapiz mi tupido, con lo que todo queda fuera.
Hermoso poema, indah.
Un beso.
1:29 p. m.
Gracias.
1:20 a. m.
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