De la rosa de Kawasaki, Nalingi botondi y otras hierbas
A punto de acabarla estaba. A un tris, pero tris, ¿eh? cuando le escuché. No sirvió de nada que recitara mentalmente: cuatro C y K y Q, seis: S, etc. Ni que sonriera al oírme decir: tractor, y encadenase a ésa, nueva palabras más.
Ojú. Y es que tiene razón un amigo mío: es malísimo oír la radio. Mucho mejor, pero mucho mejor, ver la tele. Harta estoy de repetírmelo, pero es que no aprendo.
Tampoco aprendo a dejar de pensar. Cachis. Y esto viene a que siempre me pareció algo descortés, la verdad, que el libro del 'buenEmbajador' hiciera hincapié en que por cortesía hacia los habitantes del país que te acoge, deberías dirigirte a ellos en tu idioma. Siempre me lo pareció, sí. Hasta hoy. Y es que tras oír a nuestro máximo representante de 'Exteriores', he de reconocer que hicieron muy bien tratando de evitarnos -en lo posible- sejemante ridículo.
Lo sé, lo sé: mala ciudadan, mala patriota, y peores cosas. Y, seguramente, lo que digo es pelín demagógico. Qué le vamos a hacer.
Acuna matata, amigos. Me voy a la cama. No vaya a ser que alguien considere progresista que, si bien no puede conducir por mí, si puede quedarse con ella a cambio de 'regalarme', graciosamente, una de mis sábanas.
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