sábado, noviembre 24, 2007

Tu y yo: aquel momento

A T.Y.



He tardado en comprender. No, en comprender no, en saber cómo explicar lo que casi nadie es capaz de entender. Bueno, casi nadie... deben de ser, como mucho, dos personas. Sé que tienen razón, tanta que no podría, aunque quisiera, quitársela, pero también sé que sólo la tienen desde su punto de vista. ¿Cómo puedo explicárlo?, he pensado infinidad de veces. A ver: ellos son observadores imparciales, ¿vale?, bien, pues ahora hemos de suponer que esas dos personas, y yo, estamos en una estación, la que sea, esperando la llegada de un tren, el que sea; en algún lugar de la vía existe una fuente continua de luz, supongamos que se trata de un diodo láser que está permanentemente encendido, y que emite un haz de luz hacia arriba, perpendicular al movimiento del tren, y que, por lo tanto, puede ser observado desde la estación.



Un vagón del tren, que se desplaza respecto a la vía a una velocidad v, tiene dos agujeros perfectamente alineados: uno en el suelo y otro en el techo. ¿Qué sucederá cuando la fuente de luz y el agujero del suelo del tren se alineen?




Sucederá que, mientras el rayo de luz recorre la distancia entre el suelo y el techo, el tren habrá avanzado y el agujero del techo ya no estará alineado con la fuente de luz de la vía, por tanto, el rayo de luz no saldrá por el agujero del techo.




Así pues, mis observadores del interior del tren verá lo siguiente:





De lo cual se desprende que, siendo constante la velocidad de la luz para cualquier observador y, siendo mayor el recorrido del rayo de luz dentro del tren, como el tiempo transcurrido, medido en cada sistema local, es el mismo, entonces, resulta que para el observador de la estación, el tiempo en el tren avanza más lentamente.

Pero yo sé, aunque no lo vea, que el haz de luz está ahí. Y sé que lo que ven 'mis observadores' no es, no fue, no será, lo que yo vi. Lo que yo veo.


indah


(Agradezco a mi compañero R. C., sus apuntes y su generosa ayuda).