sábado, abril 30, 2005

barros rojos

Nada termina
ni viaje ni amor ni olvido

Enrique Molina

dime por qué esperas
dal


porque yo soy los ojos

y la voz del viento que llueve arena en los desiertos.

Soy quien se tiende sobre ellos

perpetuándose en la intrépida

redondez de las dunas

-cuando amanece-

eclipsando la mirada, atrapándola,

en un gozoso espejismo de charcos

(sobre tierras negras

-barros rojos-

-arcilla Verde-Vida-)

surcados por la savia,

memoria de la hoja que aún no ha sido pensada

en los cálido huecos de la raíz del árbol.

Soy la que me reproduzco

en el grito salvaje de las aves al atardecer

-de palmera en palmera-

hasta alcanzar el guiño azul del cielo,

cuando la luz se perpetúa en un

beso horizontal sobre las gotas

-en el vértigo puntual-

ahí, en el espacio vacío en que se deletrean

-pura, amorosamente-

las eternas voces del silencio entre las olas.

Por eso espero.

Siempre espero.

indah