jueves, septiembre 18, 2008

Siempre paseo cuando estoy contigo (rv)

.....................................Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría
....................................si dijese su nombre.
............................................Antonio Gamoneda





Es suicida, ahora que siento la pureza de los límites,
ceder al pensamiento de pasear contigo
aunque sea por lugares que cada día invento
(me gustan los sitios que sólo yo conozco)
De cuando en cuando, lo sabes, me enfurruño,
entonces, en el cielo pinto una nube que empieza siendo oscura
y luego, como clarea a medida que intuyo tu sonrisa,
la ilumino con blanco y ocre, o amarillo,
y retoco las sombras de los árboles: ahora han de ser más azules.
A izquierda, a derecha, o al final del camino, pinto una Venus,
pero si me doy cuenta de que la encuentras bella,
le cambio los ojos, y la boca
(hasta la voz -que ella cree la suya- se la he cambiado yo).
Y tú me ves hacer, y me preguntas: ¿no crees que se parece a ti?
A lo mejor, respondo, o a lo mejor soy yo quien se parece a ella.
Sé que cuando te lo digo- aunque lo intentas- no puedes evitarlo
(es suicida ahora que mi pasión no existiría si dijese tu nombre, lo sé)
pero, si finalmente tus brazos me rodean,
tomo una tiza azul oscuro, y otra que, aunque no lo es, parece plateada
y en mi dibujo, si se deja -que a veces no se deja-
pinto muchas estrellas en el cielo,
y una luna muy grande, o una luna pequeña,
eso depende.



indah

miércoles, septiembre 03, 2008

La memoria de ti



------------------------------------------------------------ dedicado




Desde aquí, donde estoy, veo cómo los álamos
desgobiernan la luz del mediodía,
cómo, avaros, la atesoran, y cómo, ella,
huye de entre sus ramas
abierta y paralela a sí -abanico desnudo de país y varillas-,
dejando atrás dos raíles de consistencia incierta, y una queja:
como un ir y venir de vagones estrechos de un verde indefinible.
Indefinible no, aciago.

No recuerdes, no debes recordar, me digo,
y el pensamiento, aún en “en carne viva”, se interna
por los mapas maltrechos y enroscados,
amarillos cual piel sin estrenar de serpientes antiguas.
Y conspira.
Y deambula.
Y planea también su no regreso.
Pero la senda que conduce hacia el miedo,
Susana, es siempre de ida y vuelta.

Qué obstinada la pleamar de sombras, pienso, y qué densas y oscuras
a pesar de ese signo tan igual a su igual con que la luz abraza su negritud.

La tarde, que ha quedado a merced de quien quiera adoptarla,
es aduana huérfana,
es carta a medio abrir,
es apócrifa como un pañuelo que a nadie dice adiós,
y tan inútil como una letanía de lágrimas
que arrancase a mis ojos -con sus dedos de limón y canela-
la esencia del primitivo barro: del barro primigenio,
inalterable ya,
que guardará por siempre tu memoria.

La memoria de ti.


indah

lunes, septiembre 01, 2008

De ángeles y tiempo


Reconozco esa voz que habla del mar:
me llega desde donde la luz, lejanísima ya, duplica la estatura de mi sombra.
Reconozco esa voz que me reclama
para mostrarme en el ácimo espejo de las olas
la cruz con la que un ángel libró de todo mal mi nombre,
antes de que el granito pregonara ufano su dureza;
y antes, mucho antes, de que se doblegara al tesón del tiempo, y de las gotas.

(Hablo de un tiempo tan remoto, como la edad sin tiempo del insecto.)

Oigo tu voz. Sé que me llama, me apresuro. Y desde allí
-tú pléroma, yo arjé-, desde el hambre más honda,
puedo invocar tus manos, el secreto del fuego, la fuerza de los vientos,
la pericia del agua,
y el asperón redondo y fino de la tierra que habito.

(Me abrasa la sed sin compasión de las salinas
y padezco la ceguera de quien año tras año espera que germine la semilla: mas reconozco tu voz.
Puedo. Es más de lo que quise, mucho más).

Por eso, nada ofrezco que el corazón no sepa contener:
yo intuyo el mar cuando aún es imposible sentirlo,
y tú... cuántas y cuántas veces invento que me quieres,
y que podrías hallar, si los buscaras, trocitos de pizarra entre mis dedos.


indah