miércoles, agosto 13, 2008

Fui


Lo sé,
con frecuencia confundo los momentos,
y los porqués de cuando fui
o vine.

Mas recuerdo, lo recuerdo muy bien,
que pudiendo quedarme en tu límite,
fui.

Lo que no sé
(aún)
es si fui a decirte: compréndelo, no es fácil ser sublime
sin interrupción ni descanso,
o si fui,
solamente,
a salvarte de mí.

Fui.

Entonces.


indah

sábado, agosto 09, 2008

Movimiento

Indago en mi trasfondo siempre igual y distinto,
y me comparo: soy lo que callo y lo que no.

De allí llego, de donde el agua recrea el vuelo tembloroso de los pájaros.

Llego como recién venida del misterio:

---------------
porque me crecen flores en los ojos
--------------- porque las baldosas procesionan bajo mis pies
--------------- porque palpita mi memoria en ti.

Aún desconociéndome,
me encontrarás en mis palabras:
yo soy la calle que transitas;
horado mi pensamiento, cesto para atrapar ríos,
me palpo, y me reconozco mapa, desierto,
montaña de limón y laureles de tus países soñados,
aun cuando yo no era.

Luna en cuarto menguante, dibujas sobre la playa mi perfil.
Avenida que da al mar, eres.
------------------- Sonido a bronce y trémulos violines.
------------------- Caricia.
------------------- Maceta de siemprevivas.

Se puede, sí, se puede
decir lo mismo con palabras desconocidas, tantas veces.

--------------- Tantas.
--------------- Tantas.

«Movimiento» es la palabra perfecta
y yo no encuentro la que necesito, como la necesito,
para nombrar tu (mitadmía) soledad
en los extremos ciegos
en los que siempre coincidimos.


indah

domingo, agosto 03, 2008

Y es que he empezado mal

Llevo un rato, largo, tratando de escribir algo medio decente sobre la poesía de Chantal Malliard. No. No. Y es que he empezado mal. Yo no podría escribir sobre su poesía, ni sobre la de nadie: no tengo conocimientos suficientes para hacerlo. Trato de expresar, es lo único que puedo hacer, lo que su poesía supone para mí. Su poesía, y su poesía en su voz.

Desde siempre me ha gustado Chantal. Recuerdo, y no todo lo bien que me gustaría, una entrevista que publicaron en un diario nacional, o virtual –lamento haber olvidado cuál-. Respondió a una pregunta haciendo una clarísima separación entre poesía y filosofía (ella es filósofo), venía a decir, pido perdón por interpretar sus palabras, y quizá equivocadamente, que lo filosófico precisa de investigación, y por lo tanto, de una disposición para ello, en tanto que lo poético no necesita de voluntad; todo lo contrario.

La poesía es ritmo; música, y, por ello, y vuelvo a interpretar mi recuerdo (mejor será que no, voy a ver si la encuentro en google; ajá, abajo copio el link) .

Textualmente, decía:

“Lo que no se puede hacer es filosofía cuando se hace poesía ni poesía cuando se hace filosofía, eso descartado.
P. ¿Por fidelidad a los géneros?
R. No. Creo que es una cuestión de ritmo, de musicalidad. La musicalidad poética está reñida con la indagación filosófica que, como digo, es voluntariosa.”

Para mí, su opinión quitó importancia a las muchas discrepancias que existían –que existen- entre quienes son partidarios de lo que se considera “poesía del sentimiento”, y los partidarios de otras corrientes.

Recitando, Chantal me recuerda a una amiga que lo hace muy bien: su trabajo lo requiere. Quizá, por eso me han parecido distintos algunos de sus poemas. Por ejemplo: Escribir, que forma parte de su libro Matar a Platón, Premio Nacional de Poesía 2004, os lo recomiendo (también oírlo, además me parece que está entero), lo encontraréis en el enlace que copió vertigen.

Recojo algunos versos, al azar, de modo que poner (...) entre cada uno, aunque alguno es posible que guarde el orden que ella le dio:

Escribir para descansar
Escibir a pesar de la derrota ya prevista
(...)
Escribi con derecho al llanto
Como si cerrase los ojos, para no cerrarlos
Para sentirse viva, aún
Escribir como quien deja la luz encendida
Con palabras pequeñas.
Palabras latigazo, como.. demasiado.
Escribir todas las muertes es mi muerte
Escribir para perdonar, para ser perdonada

(de Escribir)

Nada, nada entre las letras que escribo
(...)
En mis palabras, nada.

Nada sobre la nada que describo
(...)
que late y luego me devora con la voracidad de un animal hambriento
Hasta que no queda nada de mí salvo esa nada que todo lo vomita
(...)
Las cuatro letras que lo indican
Y el mismo latido feroz que me devora,
Pronunciando tu nombre... pronunciando tu nombre.

(de Juegos de Magia)

Dime, dice, oigo.
Dime lo que he de hacer...
Dime qué fue de mí.

(de Dime)

Escribo porque tal vez no hablo.

N o...

m e

suel tes.


(de Aquí)



Por encima de mí, me sobrevuelo; así termina su poema Pasión. Estremece escucharlo.

Estremece por lo sincero que suena en su voz, y porque, como bien dice: “no tengo problemas en desnudarme, en expresarme en los detalles mínimos cuando escribo.” Recuerdo que pensé: menos mal, y también, que sus palabras me sirvieron para responder a mi madre que, a veces, aún se sorprende. Me reprocha que digo que escribo sólo para mí, y después, voy y se ‘cuento’ a todo el mundo. Tiene razón.

Aprovechar que Internet nos ofrece tantas cosas buenas, acceder al enlace que ha dejado vertigen, y escuchar a Chantal. Merece la pena.

indah

http://www.elpais.com/articulo/semana/creo/corazon/tengo/elpepuculbab/20070616elpbabese_1/Tes

viernes, agosto 01, 2008

De lo diario



----------------------------------- Yo lo sé.
----------------------------------- Pero existes.
-----------------------------------Y lo sé.
-----------------------------------Saberte me resulta inevitable.
----------------------------------------------- R_Calle


Con la distancia usual.
Con la distancia casual.
Con la distancia discreta. Con distancia.

Así, y con el simbolismo de la fórmula,
donde el engaño es siempre anterior,
busco, frente a la acomodaticia y fastidiosa
aquiescencia de los hechos,
la simplicidad del pensamiento abstracto
(y qué lento; y qué implacable el tiempo
y qué cansina y siempre igual manera de morirse).

¿Sabes, amor mío?, hay muertes que renacen al primer desafío,
que vuelan como las aves que posaron en mí el plumón más suave de sus alas:
aquellas que, con sus finas garras, horadaron mi tiempo, ¡ay!:
habría de ser faquir, y serían profundas mis heridas.


Lo sé. Yo lo sé
y porque «saberte me resulta inevitable»
(te amo tanto)
me gustaría decírtelo como si dijera, únicamente, que te amo.
Mas empiezo a creer que nunca se puede probar nada:
y qué exhaustivo, qué doloroso ejercicio de imaginación.

Necesito que existas.
Que no cambies.

indah