sábado, marzo 29, 2008

Sshhhh...

- Llegar a volver (a ti) es tan difícil como irse. Lo sabes.

- Te vas con tanta frecuencia que,

- me voy con tanta frecuencia, que... My dear, India (la India, pensé) es un país enorme, pero estaré aquí muy pronto.

- Sólo quería.., te interrumpí. Bueno, no sé qué quería, pero lo que no quería es que te sonara a queja.

-Sshhhh...

(Quizá otro día no, pero hoy me fastidia. Tendré que entrar al salón, y saludar. Y yo sólo quiero mirarme en el espejo: me he traído tu mirada en los ojos. Y en mis labios, el tacto del silencio que has escrito en mi boca).

Como de costumbre no hay noticias. Son buenas noticias.

(Ahora mismo, cuando pienso en qué sencillo y qué seguro y qué sincero es volver a ti, siento -y cuánto- que no conozcas la dirección de esta 'libretilla').

indah

martes, marzo 25, 2008

De Gloria

Es Domingo de Resurrección, dije

y dejé de jugar a medir tus manos con las mías.

- De Gloria, me corregiste.

- Calculo que una vez y media, dije.

- De Gloria.

- De_Glo_ria. Y te dejabas querer.

(Te dejabas querer, sé que te gusta)

indah

jueves, marzo 20, 2008

Del tiempo también roto.

Toda amor. Toda tú,
en la breve eternidad de serme
como se es el agua en las hojas del árbol, así te amo.

Toda haz, toda envés -como ellas-, así te amo


Así, y hacia dentro.
Y circular.
Y concéntrica.
Toda yo conteniéndote.


Y porque te amo así,
de nuevo te perpetúo en mi memoria:
hoy, este día idéntico a otro día,
con azul del mar al fondo
-más honda que ayer la sombra de mis sueños-
y el corazón herido hasta el silencio.

indah

miércoles, marzo 19, 2008

Real. Y Real

Me ha gustado el comentario de Carz, no sé cómo se las arregla, pero siempre me hace pensar.

Le hubiera dicho, por ejemplo, que aunque hay líneas y líneas, alguna, a veces, resulta más decidida. Mejor dicho, y esto no podríamos aceptarlo así como así si tuviera vida -que no la tiene-, más honesta. Por eso es capaz de recoger y conservar de forma natural e incondicional.

Le hubiera dicho (bueno, le hubiera amordazado para poder decírselo), que hay líneas paralelas y perpendiculares y curvas y rectas y cortas y largas; y quebradas.

Y poligonales.

Y hasta poliédricas.

Infinitos puntos condenados a no alcanzar jamás un destino al que llamar fin. Y es que, le hubiera dicho también, han nacido con un pecado original que, como de costumbre -ya sabes- deberíamos pensar si fuéramos lógicos, no es culpa suya ("que no es su culpa", se dice en mi tierra). No sé si habría que entrar en intimidades. Decir que tras distinguir los números que componen la recta real en tres categorías: (naturales, enteros y racionales), podría parecer que ya hemos terminado su clasificación, ¿no es, acaso, íntimo?

¿Decir que no, que aún no. Que aún quedan "huecos" por rellenar en la recta de los números reales: de ahí los números irracionales, ya sabes -le hubiera dicho-, aquellos elementos de la línea recta que cubren los vacíos que dejan los números racionales, no es acaso, demasiado íntimo?

Porque, qué decir de ésos. Ésos, sí. Esos elementos de la recta real que no pueden expresarse mediante el cociente de dos enteros y se caracterizan por poseer infinitas cifras decimales que, para colmo, no siguen un periodo definido, ¿sólo que de ese modo puede definirse número irracional como decimal infinito no periódico?

Vale. Lo reconozco. Reconozco que no me ha sido sencillo aprobar ampliación de matemáticas, y también reconozco, y eso que, creo, estoy un poco harta, que todo lo anterior no eclipsa el tacto de la arena que, iba a decir, es tan real como el sentimiento. Pero tratándose de numerillos, me temo que (te) estaría concediendo demasiada ventaja.

Real. Y Real. ¿Quién da más?

jueves, marzo 13, 2008

A merced del miedo

Aunque hacía calor -demasiado-
oculté las manos.

Y en la línea del forro, ya sabes: ahí donde
por mostrar escondites secretos se descosen los bolsillos,
descubrí -de nuevo- el tacto de la arena fina. Ya sabes, la de la playa.

(La has guardado sin lavar -la chaqueta-, me dije).

Y pensé en ti. No fue alegre la vuelta a casa.

Has de acostumbrarte -me dije-.

Y asentí, y pensé en ti y en aquello que dice Olvido García Valdés:

"Terminada la juventud,
se está a merced del miedo".

Y antes, me hubiera gustado decirle. Y después.

indah