jueves, agosto 31, 2006

Como un grito interrumpido

Como un grito interrumpido enmudece el pájaro herido por la piedra.

*

Me he despertado sin mí; miro, veo los infinitos planos que me rodean.
Me he despertado lejos, fuera de mí.
En alguna parte que no es el «mí» que oigo trastear en la cocina;
y es que no es nadie sin café, ya lo sabes, sin el primer café.

**

aparto los ojos de la almohada
(temo ver
en ella
el rostro de Lázaro)

***

salgo por el espacio vacío que existe entre tu cuerpo y la esclavitud,
para decirte adiós con una mirada de rescate en los ojos;
hoy será un hoy distinto: como ascender desde lo profundo demasiado rápido,
como una borrachera de nitrógeno,

****

como las piedras
que bajo la lluvia
pierden sus relieves
y gritan
al sol
-hasta quedar sin voz-
que de nuevo las haga ser


*****

y salgo, porque no puedo evitar que se me llenen los ojos de mar,
ni olvidar tu deseo de viajar sin ases en la manga,
sin señas de identidad, sin pasaporte;
y me cojo de la mano y me arrastro (¡vamos, me digo, vamos!)
hasta el deseo de estar sola; sola sin mí
(vuelvo dentro de un rato)

******

Y vuelvo, sí, con jirones de infancia en los ojos,
soñando arenales, resistiendo el dolor y una antigua sed de mares.

*******

y ahora, dime:
cómo puedo explicarme, cómo,
que vengo de dejarte allí,
sola como un grito enmudecido,
como el pájaro
herido por la piedra,
como su voz (tu voz) que oculta en los enigmas,
quizá, no supe descifrar:
como un grito interrumpido hasta quedar sin voz.


indah

martes, agosto 08, 2006

Perseidas.



A veces me abruman la cosas cotidianas,
pero muy pronto,
-cuando Perseo y Casiopea retornen-
la voz del universo agitará mi sangre.
Volverá la magia al horizonte.
Lloverá, de nuevo, alas de mariposas niñas: alas de hadas.
La emoción se tornará abismo y aventura,
límite y frontera; señal y signo
y búsqueda, encuentro, transformación y entrega.

¡Ah!, la emoción!

Pidiendo a medias un deseo -murmurando tu nombre a medias-


Algunas veces, cuando me abruman la cosas cotidianas
(qué triste es esta muerte lenta que llamamos costumbre)
dejo, por un momento,
de ser dueña de mis hadas y de mis mariposas niñas.
Pero te quiero.


indah

domingo, agosto 06, 2006

Quien me conozca, se sorprenderá: he hecho una pregunta...

- ¿te avergonzarás de mí?
- Jamás. Y como tú eres de poco comer (aún oígo sus risas -mirando mi plato- ) y de buen conformar, por si te preocupa: además de lo que hago, sé hacer otras cosas.
- Buen viaje. Esa fue mi respuesta.
- Si no te conociera, pensaría que me estás echando.
Cerré y abrí los párpados. El cielo -casi mediodía- se ocultó en el anverso de su mano. Sonreí, deseé que la sonrisa se reflejara en mis ojos. Cerró y abrió los párpados.
Me sonrió.
Asintió.
La palma de su mano es casi dos veces la mía, lo sé porque sólo alcancé a rozar sus dedos.
- Ya os vale. Ya os vale. Venga, vaya dos: perderás el avión.

Hacia tiempo que no me preocupaba. Aún no ha aterrizado, quizá por eso no puedo dormir. Quizá por eso, escucho la radio.

jueves, agosto 03, 2006

leo leo leo

Leo, leo y leo. Trato de entender.

(Pienso, quizá tu mente está cansadilla. No quieres que nadie sufra, pero sabes que no puedes ni debes involucrarte. Por su bien). Vuelvo a leer y vuelvo a pensar. Y me pregunto qué ocurriría si alguien secuestrara, por ejemplo, a algún militar, si es que tienen ejercito, de Luxemburgo. Qué ocurriría si alguien lanzara sobre Luxemburgo mísiles. Qué diríamos si Luxemburgo se defendiera. Qué diríamos si lanzara toda su artillería sobre quienes utilizan al pueblo entre el que se esconden como escudos humanos. (Antes de que nadie me llame extremista diré que lo soy: para mí todos los niños son iguales, para mí todos los muertos son iguales, para mí todos los hombres, sea cual sea su sexo, credo, color o condición, son iguales. Si por pensar así soy extremista, pues eso: soy extremista, ¿pasa algo?).

A continuación, bueno, casi a continuación, oigo un comentario, absurdo creo, sobre la salud de Castro ––Dios le guarde muchos años, tras, eso sí, liberar de sus garras al pueblo cubano–– (el comandante en jefe según nuestro ministro de exteriores; después de escuchar tal... pufff, si yo pudiera blindaría todas nuestras fronteras para impedir al de Exteriores que entrara al Interior. Dios mío, qué vergüenza) En fin, me llamo al orden, me digo que lo mejor sería que recuperara mi memoria histórica, puestos a desvariar, total...

Y vuelvo a la maldición de los judíos. Lo más absurdo es que yo soy católica. Y con más derecho que nadie debería soltar todos los exabruptos que se me ocurrieran y alegrarme de que los barrieran del mapa. Al fin al cabo --eso suele decir quienes como nosotros nos encogemos de hombros cuando nos conviene––: ellos crucificaron al Hijo de Dios. Ellos mataron Dios. Hasta en eso hemos sido injustos.

Y me pregunto lo que ayer me preguntó un amigo: ¿por qué todos pensamos que tenemos razón y es el otro el equivocado?

No hay respuesta. Es una pregunta de doble dirección.

martes, agosto 01, 2006

Hoy voy a copiar un cachín

Hoy voy a copiar un cachín de un poema de Julia Uceda. Se llama La fiesta. Lo leo... quizá con demasiada frecuencia, supongo que no tendrá contraindicaciones. En realidad, yo lo sé, es consecuencia de la primera vez (que lo leí). Cuando lo terminé hubiera dado lo que fuera por beber cerveza, y más, por tener cerca de mí a Charlie y por poder contárselo.

La Fiesta

«Charlie, esta alegría
no durará. Tener futuro
–un futuro pequeño, de unas horas–
ver una puerta abierta, no: entornada,
no durará.
Un golpe de aire,
alguien que pase y sin querer...
Pero entretanto,
minuto por minuto, he de beberla,
y no hora a hora, Charlie, todo
lo sé ya...

Charlie, vamos a celebrar esta alegría.
Encontraré una lata de cerveza,
para brindar. Amigo,
mi despensa
no estaba prevenida para una
alegría en la tarde; para una
luz al fondo. Bebamos
y entre tanto te hablo de un amimgo.

No sé decirte, Charlie,
cómo es. Su retrato
lo tengo muy aquí...
Y va conmigo –no te me pongas triste:
te quiero a ti también. Pero es distinto–, (*)
a través de las horas a la muerte.
Él es
como una luz sobre mis ojos:
como internarse en una tarde dulce
de un otoño dorado, en un camino
que no sabemos dónde va a llevarnos.
Yo estoy en el camino y no sé adónde
llegaré por su luz.

Como un templo
el rayo que traspasa la vidriera
es un cosmos angélico,
así, Charlie, haciendo
y deshaciendo marcho por la escala.

Pero el rayo del templo ingnora el mundo
que late en él.
Mi amigo no me ignora
pero ha vuelto los ojos a otro lado:
se ha cansado, se ha ido. No sabemos
ninguno de los dos lo que sucede.
Y es que soy el pasado y mi destino
es morir. Ya soy polvo
en su memoria adormecida.

Qué extraño, Charlie, estar ya muerta
para aquel por quien sólo
se vive. No ser nada
para quien todo es. Qué extraño, Charlie.

Es asistir, de pronto,
a nuestra propia muerte. Verla fuera»

(...)

Sé también, que sólo hay una persona que sabría calibrar (la palabra es correcta) qué significa este post. Sé que hay otra persona que puede entenderlo, bueno, tampoco hay que ser tan discreta, quizá... -los seres humanos cuando dejamos de pensar en nosotros solamente, podemos llegar a ser hasta intuitivos– haya tres. Pero sólo tres podrán, quizá, atisbar, qué significa “La fiesta” para mí.



(*)
(En mi pobre opinión, ese punto antes de .Pero es distinto-, despista, y obliga a releer. Pero claro, es sólo mi opinión: doctores tiene la Santa Madre Iglesia).