martes, noviembre 22, 2005

Mar en Tránsito


La fatiga e'sedersi senza forse notare
Cesar Pavese




Lo recorro hacia atrás por descubrirme en ti.

Del año no se sale sin más. No llamas, golpeando una mano de bronce, y dices: soy yo, abren la puerta y entras en otro año. No. Porque algo nuestro se queda poblando las estancias, los polvorientos mimbres, las terrazas de trigos y semillas desembradas.

Atiende, si sobreviene un latido de huesos, y un himno parecido al stábat resuena en rincones que nunca habías visto -has de mirar hondo, muy hondo: los alumbran mariposas de seda-, retornas y te hallas todavía allí, entre menhires, hiedras cuajadas de rocíos arcaicos y telarañas húmedas, a solas frente a ti misma.

Yo, aunque no quiera, vuelvo. Regreso igual que quien entona un salmo en el instante en que, como llamado, grito, voz de ¡quién va!, me doy la última vuelta y la cama, aún fría, sujeta firme mi costado derecho. Entonces entrecierro los párpados, y un temblor -arpa imposible- desconocido, bello, me anuncia que cruzo, que estoy cruzando. ¿Hacia dónde?, ¿hacia dónde? Hacia ti, siempre hacia ti: tu rumbo está marcado en el mapa de mis espacios mágicos. Y porque temo, la oscuridad se torna urgencia, plegaria, ¿qué harías si al traspasar este vacío, sola, una saliva áspera, un ámago, acuchillándome, le devuelve a la tierra lo que siempre fue suyo?

Debo salir sin hacerme notar, me digo; adentrarme sin miedo, atravesar, sin miedo, corales, dólmenes gigantescos y súbitas corrientes; confiar, creer que me esperas aunque no sean éstos los mares que antaño navegaron mis versos (piratas abordando emociones). Porque tú vives detrás de cada letra: eres su rosa de los vientos, sus cuatro puntos cardinales, el anverso y reverso de sus significados. Y cuando se hundan en la luz los navíos del fin del mundo, y el horizonte sea una cinta de humo, y al aire, amarillo, lo enrojezcan graznidos de gaviotas, y me beses, renovada mi voz: campana, espuma, faro; asombrada por el atardecer y su dorado de miniatura antigua, sabré que -aún circular- he llegado. Sí. Porque tú eres quien borra los signos de esta noche que nace y se desnace, para que vea cómo florecen en mis manos alcancías azules que guardan los días que no se pueden abrir.

Aquellos días.

Mas mientras llego y agoniza, duodécimo dolor, el año, y lo recorro (hacia atrás por descubrirme en ti), tu mar en tránsito, sus enaguas azules y sus puntillas albas, son sudario para mis versos. Perfectísimo luto.


indah

viernes, noviembre 18, 2005

Bis

El amanecer ensaya tan fiel y tan exacto lo que ha de ser (imagino)
mi último suspiro, que lo convierte en un «bis» infinito.
Pospongo mis preguntas. Podría, o eso pienso,
jugar esta partida como quien juega un solitario contra el cielo;
y aunque la estrategia no es, lo sé, demasiado sutil
-ni lo es el ritmo que de tan cristalino es frágil-
al pensarlo,
«todo el horizonte se retira con miedo»,
y allí donde la margarita y el tomillo entrelazan su suerte frente al viento,
el camino de lo mucho se vuelca en lo poco,
y la emoción en un canasto de anochecidas flores.

A resguardo, dejo para mejor momento mis respuestas.
Pero no aplazo el misterio: el día,
que empieza como quiere,
siempre termina más allá de mi asombro. De todos los asombros.

Y es que todo es pura anécdota (menos la manzana para Newton).


indah

jueves, noviembre 17, 2005

«Sistemas Operativos»

Cuando estudiaba Sistemas Operativos, una asignatura de evaluación continua, mi profe puntuaba cada respuesta escribiendo –como los romanos- «palotes»; así podía ponerte tres palotes y medio, o lo que estimara conveniente, según hubieras respondido a.., a.., bueno, a la que fuera, de las veinte preguntas de las que solía constar el examen. Él, por cierto, tenía preferencia por alguna que otra (solía caer siempre); así todo no era fácil sacar un notable porque, cuarto de palote por aquí, y cuarto de palote por allá.., o habías respondido perfectamente (o razonado perfectamente) o ya podías despedirte del notable. Era buen profesor, aunque exigente, seguramente por eso, yo, además de estudiarme los apuntes que tomaba en clase, me leí un librote enorme, escrito por Peter Norton, sobre el 8086. Un libro que ya entonces era difícil de encontrar.

A medida que iba aprendiendo, y leyendo a Norton, a medida que iba siendo consciente de que dentro de la barriguita de mi ordenador no vivían gnomos chiquitines, y por lo tanto no eran ellos quienes que se ocupaban de alimentar a la CPU, acabé por sentir cierta aprensión, y cuando encendía la maquinita pensaba en la infinidad de «archiperres» con miles y miles y miles de componentes electrónicos por un lado y por otro que se ponen en funcionamiento al unísono, o en el Dispatcher, o en el vector de interrupciones; si bien, lo primero que hacía era rezar para que el IPL dijera ok. Simplificando bastante puedo recordar que:

Se llama IPL al programa inicial cargado. Al encender el ordenador se ocupa de chequear el Sistema y procede a cargar el SO, si puede en Memoria ROM. Al proceso que carga el SO se le llama BOOT.

Esta era una de las preguntas preferidas del profe. Y era fácil –por no decir seguro- que de una forma, o de otra, nos preguntaría qué era el IPL, quizá para que fueramos más conscientes de la cantidad de cosas que ocurren cuando encendemos un chisme de éstos, o que es esencial que el IPL diga ok, para que, una vez dicho, y hecho lo que deba de hacer, yo, o vosotros, «pinte» letrillas en la pantalla.

En realidad no somos tan diferentes de las máquinas. Quizá también tenemos un IPL que cuando despertamos recorre cada componente de nuestro organismo y, si puede, procede a cargar(nos) el «Sistema Operativo» para que éste nos ponga en movimiento.

Desde el domingo pasado mi IPL ha estado chunguillo. Una mañana dijo: «nanai», y comprobé (con un termómetro, claro) que la temperatura del nucleo era demasiado elevada, y no era posible que mi S.O funcionara correctamente, de ahí que me doliera «toda yo», y los escalofríos, estornudos, tos, y moqueo, ojos llorosos, y todos los demás etcéteras que os podéis suponer.

Debilucha, demacrada, y también cansadina (sí, así estoy :) pero, poco a poco, parece que aquella parte de mí, sea cuál sea, que se ocupa de la gestión de errores, los gestiona como es debido, y ¡por fin! mi IPL se ha decidido a funcionar.

Pues eso, aquí estoy de nuevo, aunque ya debo ocuparme de que no se esté ejecutando la INT 8 (la interrupción más importante de todas) pues mientras ésta se produce (unas 182 veces por segundo) no se atenderá ninguna otra cosa. Creo que se llamaba Apertura y Cierre y pertenecía a Gestión del Sistema. Hmmm, creo que sí, y que estaba dentro de un gran grupo de cuatro:

1º Núcleo
2º Gestión del sistema.
3º Gestión de datos
4º Gestión de trabajos



Mañana, si Dios quiere, será otro día. Y espero poder estar más tiempo levantada.

En fin, ya comprendo que no es muy interesante lo que os he contado, pero me ha servido no solo para saludaros, sino para darme cuenta de que aún me acuerdo de cosas. (Y un repasillo nunca viene mal :)

jueves, noviembre 10, 2005

Rastros

Recuesto mi cordura
en la luz que se refleja en los charcos,
y me sumerjo en ellos; rozo, sin remover, su fondo áspero, hosco.

Rastreo.

Busco una prueba, con una me conformo,
que me demuestre que soy de aquí,
de ese mundo repleto de animales fabulosos,
plantas gigantescas, selvas de cables y de antenas
y sonidos difusos, a veces repugnantes.

Hasta que el agua se escurre entre las grietas
(antes de que me salgan branquias). Entonces dejan de ser seguros,
más seguros que las manos que ocultan rostro y lágrimas:
nadie pisa los charcos con sus zapatos nuevos
ni con los viejos. Y regreso.

Regreso con un sabor efímero a vértigo y verdad
dejando rastros de mí,
(jirones), y apago la luz: aborrezco que el espejo me reconozca extraña
cuando huyo, bajo una eternidad de ojos estrellados,
del grito de los muertos que la habitan,
y ruedo hacia mí misma por esa línea en la que todo,
orden y caos, se confunde.
Sólo entonces escurro los míos, salpicados aún de agua estancada y lodo
(el amor vive en rincones soleados, me digo)
y proclamo mi individualidad
al tiempo que arrojo por la ventana mis estigmas.


indah

martes, noviembre 08, 2005

Carta de Ajuste (sin título)

(lo sé, está ahí -vigía oculto-, al norte de mi árbol).

Tenso todos mis músculos –mujer pantera-
--------hoy el sol es una desgajada naranja endrina.
Desahucio esponjas, toallas y albornoz,
y mientras brama cóncavo el aire
y amanso dudas y domestico sueños, como reptiles,
dos gotas de aceite Johnson serpentean, quebradas, por mi piel;
recompongo (verbena mi boca)
mi sonrisa con carmín de granza;
olfateo una línea de perfume -quizá francés- porque me gusta,
y dejo atrás un erial de vaho, costumbres y rutina. Pero vuelvo,
y sólo porque alguien ha de vigilar a los furtivos,
escondo en una esquina del espejo mis ojeras.
Navego otra vez por el pasillo,
encallo directamente en mi taza con leche y Choco Krispy,
y después escondo en el bolso la calculadora de sumar alegrías
y restar penas,
y un cachito de tiempo para pensar en ti
que, envuelto en papel plata, guarde anoche en el frigo,
(agarro a mi escribano por el cuello) me enrosco en la bufanda,
y me voy, definitivamente, a enfrentarme con la maldita selva.

Me saludan: yo Chita, tú Jane.

Estrujo, qué remedio, su mano peluda y fría, ¿o son mis guantes?,
en tanto me pregunto dónde mierda se ha escondido Tarzan

(lo sé, estás -vigía oculto- al norte de mi árbol).

Pues nada, sigue ahí, sentado, mirando el horizonte de tu ombligo,
y deja que nos sacrifiquen, nos cuezan, nos cuelguen boca abajo
las hordas de salvajes.
Total, ¡hay tantas ilusiones!, que perder una más...


indah

domingo, noviembre 06, 2005

Bajo bandera de la OTAN

Leo, gracias al buen hacer de Antonio Tejero, y el link que proporciona: "Francia: esos jóvenes que se rebelan no son inmigrantes", un artículo de Tahar Ben Jelloun. No sería imprescindible leerlo para intuir que la situación en Francia es preocupante, al menos para quienes no se ocupan exclusivamente de sí mismos. Un artículo que arroja bastante luz sobre los problemas con los que –no tardando mucho- podemos tener que bregar nosotros: el desarraigo, el descontento, el sentirse ciudadanos de segunda y finalmente la explosión que lleva ya diez noches haciendo verdad el “Arde París” y sembrando terror. Terror, sí. Como semana si y semana también, lo hace la kale borroka. El señor Chirac ha necesitado diez días para anunciar medidas. Mientras tanto, las tropas españolas llegan por fin –tras ocho o diez días retenidos por diversas dificultades con los papeleos- a Cachemira para distribuir ayuda humanitaria a los damnificados por el terremoto

Efe - Arja (Pakistán).-
"La avanzadilla española bajo bandera de la OTAN ha llegado a la localidad de Arja, en la Cachemira paquistaní, donde montará la base de operaciones para socorrer a los afectados por el terremoto del pasado 8 de octubre."

Hoy no gano para pañuelillos de papel. ¡Qué indignidad! Un mes menos dos días, y aún no han podido ni siquiera colocar sus tiendas.

Ha habido una replica 6 puntos y pico.

Uno de mis libros preferidos es el Apocalipsis.

Creo que no lo leeré en una temporada larga.

Muy larga.

sábado, noviembre 05, 2005

Distancia o «teorema de la función inversa»




«Ahora estoy cerca». «Ahora estoy lejos».

así nos lo explicaba Coco en Barrio Sésamo

(pero, cuando mis pensamientos
tienden a no unirse a la palabra y quedan extrañamente huérfanos,
no me sirve: me urge aferrarme al rigor
de mis definiciones
para no caer en el voluble vacío de opiniones ajenas

(distancia:
contraluz que dibuja nuestro perfil sobre la arena, sus fronteras
-días de mareas-

(distancia: completitud:
mis ojos y tus ojos,
mis gestos y tus gestos
mis manos y tus manos; mi sonrisa

(eternidad:
-una muerte real apenas ensayada-
amar. amar en blanco y negro o en azul
amar. amarte. que me ames. amar intensamente
para que no me olvides y para no olvidarte

(distancia o «teorema de la función inversa»
sucesión de imágenes en busca de su límite
entre cuatro cantoneras de tu álbum: mi frontera.

«Ahora estoy lejos». «Ahora estoy cerca».


indah