martes, junio 21, 2005

De materia frágil



Oigo llorar a la materia
G. Bacovia.



Abatida hasta el polvo está mi alma
Salmos 119,25





Atempera tu voz de aldaba: no los despiertes.
Volaré en tu espuma -goteando sombras-
para grabar en micas y granitos sus rostros
aunque me duela a flor de piel el nácar
(y su memoria, su oscuridad de tiza y encerado),
mientras despeino colores de arsénico y cal viva.

De materia frágil, infrinjo dentelladas al orden
y afilo alumbres en tus piedras volcánicas,
y conmovida, ato cristales a mis cabellos, los suspendo en tu seno
para que los vean crecer y les muestren sus caras,
sus ángulos perfectos: la paz de los cristales.

Sigue ahí. Callada. Inmarcesible. Sigue ahí
hasta que transparente de lluvia, vegetal, blanquiazul,
me abisme -Sara eterna- en tus osarios: he de borrar el miedo de sus ojos
y rescatar la última palabra que afloró a sus labios
antes de que enumeres sus gritos, y acudan los demonios del agua
(arrebatan el alma a los cuerpos de arena).

Calla hasta que encuentre la llave que abre sus silencios.
No, no los despiertes antes de que endurezca el brillo de metal
de sus frentes, cicatrice sus heridas, y recostada en ti,
los nombre. ¡Calla! Que nadie te adivine en la luz
azulmente ahogada que yace en sus pupilas.

Atempera tu voz -amada suya-
oye llorar a la materia:
«abatida hasta el polvo está mi alma».

No los despiertes hasta que me presientan.
Hasta que sueñen las gaviotas mi vuelo.


indah

sábado, junio 18, 2005

Supervivencia

"cuánto penar, para morirse uno"
Miguel Hernández

¿De qué sirvió tu pena?
¿De qué sirvieron esos días,
meses, años, esas vidas?

¿Glorifican
-tal vez-
la ensoñación de unos chiquillos,
su sufrimiento
por crecer súbitamente,
en seco,
a pesar de tanta lágrima vertida?

¿Consagran
-acaso-
al desamparo como cimiento de la vida,
a la irrealidad como materia última del amor?

Regurgitan
-quizás-
en su empecinada persistencia,
el dolor de otro tiempo
para escarmiento del abandono y la indolencia,
como homenaje a dos corazones
hondamente comprometidos en sobrevivir.

viernes, junio 17, 2005

A veces, es tan fácil





Hay días que es me fácil, incluso me es sencillo decirte cómo estoy. Son días que hablan de sí mismos, de ti, y de nosotros sin precisar de mí. Días que se describen sin el menor esfuerzo y sin ningún exceso. Días en los que, sin quererlo, de todo me descuido, o quizá sea que el alma se embelese. Días en los que, para estar contigo, no necesito más que cerrar los ojos. Son esos días en que mi pensamiento sólo escucha los ecos de la voz del poeta repitiendo una vez y otra vez :

«Tengo ....
necesidad de verte
esperanzas de verte
desazones de verte
........

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
........

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte.»


(Y es que... a veces es tan fácil:
tengo necesidad de amarte,
urgencia de besarte,
y también viceversa).


indah



miércoles, junio 15, 2005

Con permiso I



A Belén Reyes.


Con permisoI





Hay algo que no cuadra en estos versos
aquí quito una coma aquí la pongo,
y se me embala el poema.
Pulso 'undo' y, desde este momento,
no riman los besos con los versos
los cielos con los besos ni los vientos
los mares con los panes,
ni los peces con las quinientas veces
que he puesto y he quitado
esta maldita coma.

Y como ya no riman
ni cielo beso espeso
ni verso beso viento
ni verso terso tiempo,
pienso
que, como Belén Reyes,
yo quiero tener «un corazón de tetrabrick»,
un abrefácil, y una boca carmín
que diga todo lo que le dé la gana
-incluso hasta imitarla-
y no porque encuentre facilidad en sus poemas
sino por esa forma de decir, escueta y clara
y por el rojo, que casi ciega, de su página.

No sé si sus poemas son malos o buenos
(buenos, creo)
no juzgo más allá de lo que (más o menos)
me dicen sus palabras:
la vida es una mierda, haz que trabajas,
enciende tu PC, lee tu correo,
lee todas las versiones digitales de la prensa
y léete la cartilla interna;
piérdete en algún sitio pero reza
para que la factura de la luz
no sea de Hidroeléctrica.

En fin, que como ella:
«Me levanto del nicho de mi cama.
Me suelto los versos por la espalda.
Inyecto en mis venas tu mirada».
y me pregunto,
«qué voy a hacer sin mí cuando te vayas».

Pues bien, en tanto llega ese momento,
que se fastidie “el Windows”
le he puesto un fondo agresivo -*muy, muy rojo*-
y en una esquina,
lo mismo que ella dice de su página:
«Está en construcción, (como yo)»
Gracias Belén, me has alegrado la mañana.

indah
05/2002

lunes, junio 13, 2005

Mansedumbre


Un amigo es una persona
que sabe todo de ti,
y a pesar de ello
te quiere.


Vuestro silencio y mi quietud se compensaron mientras duró el invierno y el fuego azul de los sarmientos.

Vuestro silencio fue más viejo y apagado que mi ausencia.

Después, alguna tarde, nos agrupamos todos en las tabernas de la desposesión, y allí bebimos el vino más amargo de la tierra.

La materia, inferior al instinto, cayó sobre nosotros en aluvión de piedras y retama.

Y ahora ocultamos en lugar seguro la sangre de aquel árbol que resistió al diluvio y al amor del esparto.

Ahora el silencio resuena en la mañana con timbres nunca oídos y su vientre destila grumos agrios.

Nadie conoce el valle del silencio ni las acequias verdes que cruzan nuestras almas.

Nadie se acerca hasta el lugar agreste donde madura la locura como un fruto.

Pues el silencio crece como vid silvestre y nuestros cuerpos rezuman mansedumbre.


Julio Llamazares




sábado, junio 11, 2005

-El estival de erlín- (Un puro divertimento)




(Antes de que siga usted leyendo, piense *que esto*, no es otra cosa, insisto, que un puro divertimento, un ejercicio, un ensayo y que no hay más conexión entre el texto y la verdad, o entre el texto y la razón que, cuando lo escribió esta menda -hace dos años o así- estaba a punto de examinarse, ay, puff, puag: de Álgrebra, sí señor. Mas, como estamos algo serios...)

**********

-Luciiiiii, Luciiiiii. Asómate a la venta del patio.¡Mujer, que es para hoy!
-Espera que me abroche bien la bata, que éstos de todo a un euro se descolocan con nada.- Dime, vecina, ¿qué pasa?
-¿Qué pasa?, ¿acaso no lees la prensa?
-Leer, leer... (¡niño, deja la cazuela!) ya quisiera.
-¡Si describirlo pudiera!
-Vamos, ¡dilo!, que ya me tienes en ascuas.


(y la vecina, que gustaba de tenerla más que en ascuas más que en vilo, reposa mano y escoba, y se alisa bien un rizo, y se plancha el delantal y se apresta a relatar la noticia que otra vecina le diera).


-Pues resulta que -y se lo dice bajito- que me han dicho que... que en España hay censu... No, mejor que no te lo diga, por lo menos por aquí. No, por aquí no te lo digo que igual me pueden oír; te llamo -un momento- al móvil.
-Vale, espero. (No, si lo que es por gastar, ¡pues no es gastiza ni nada!)

Ring ring ring.

-Diga; digo, dime.
-Chiisssssss, atiende, que esto me cuesta una pasta y no voy a repetir: ..itana
-¡Oye, mira -se cierra (bien) el escote de la bata- que yo no sé hablar en vasco!
-¿Asco?, ¿qué asco?, anda ya, no seas tan remilgada -jobar con este cacharro, y eso que es nuevo; empiezo yo a sospechar que, o no hay buena cobertú o es verdad que funciona la censú.- Te estoy hablando de itanaaaaaaaaaa.
-¡Ah, de la Tania.
-Sánchez.
-No sé como se apellida, pero será Sánchez, seguro, puesto que lo dice tú. ¿Y?
-ijón
-¿Pilón?
-Noooooo, ijón, de gijo, pero acabado en ón, ya sabes, como el vecino del quinto.
-Por Dios, hay que ver que cosas dices, ¿y porqué hablas tan bajo?, ¡que te estoy oyendo a trozos y me está entrando de tó! Mira, ecinaaa, búscate la cobertura que no me entero de nada.
-Vale, oy; voy caminoooo de a terraza... Ya, ya toy en a erraza, te digo, que se nos ha ido a erlín.
-¿A?, ¿a dónde se ha ido la Tania?
-Que se nos ha ido a ¡¡erlín!!
-¿Y? (niño, ¡que dejes al gato!)
-Y fuentes bien informadas dicen, que ha dicho que sí.
-¿A Hellín?, ¿con el vecino del quín... to. ¿Entonces? -no entiendo nada- ¿pues no estaba el otro día con Fuentes y compañía en el refino de en frente?
-Querrás ecir la otra oche.
-¿En el coche?
-Oche, oche, he dicho oche.
-¡Ah!, noche; oye, que la vi por la mañana, que yo soy mujer decente y no salgo por la noche si no voy acompañada.
-Cuidado que eres pava; ¿ieres prestarme atención? Digo que -otra vez ese camión- que digo (se desgañita) que Aitana, se nos ha ido al festival de Berlín.
-Que ya me he enteraó, jolín: que se nos ha ido a Hellín, lo que no entiendo muy bien es a qué festival se ha ido. ¿Me estás hablando de toros o me estás hablando de cuernos?
-Pues mira -de un golpe tira la escoba-, ¡casi qué sí!
-Ya me parecía a mí que gastaba a manos llenas, y mientras, las escaleras, andaban muy regulares.
-¿Las escaleras andaban?
-¡Pues no!, pero poco les faltaba, igual que le pasa a tus... bueno, mejor dejémoslo así.
-¿Me hablas de ucarachas?
-¿Con muchachas? -Luci lo piensa mejor y por si las moscas hablan o por no tener que decir digo -luego- donde antes dijo diego, se agarra a un clavo ardiendo-¡Aaaaaaaay! (¡niño, deja en paz ese mechero; no, si me vas a volver loca!)- Ira ecina, resopla, que yo, amás, fíjate bien lo que igo, que amás de los amases, uca, uca, diría que he visto o vi, lo que no hayas visto ú. ¿Y?
-Pues, te decía, que creo que tiene ucha razón, y que lo estamos: en guerra, ¿o no escuchas las sirenas?
-¿Escuchar? ¡qué más quisiera! A ver, ¿que se la ha pegaó con Guerra? ¿Pues no fue con el de gijo pero acabado en ón del vecino: el del iiinto? Pero, ¡si está muy mayor!- Por cierto, ¿tú no hueles a quemado?
-¡¡Oye!!
-Si es que te oigo fatal, ¡vaya escándalo en la calle! Chica, te ofendes con nada.
-No, si ofenderme no me fendo, que igo que ya te dejo, que están llamando a la phuerta, creo que son los fomberos.


(fin de la comuniciación).

-¿Los sombreros? Pa'mí -se dice la Luci- que te quedan regular; sí, mejor que se compre una pamela. ¡Niño, deja en paz esa cazuela! Pues sí, pues sí que huele a quemado y, me está pareciendo a mí que viene de ahí, del patio.


-¡¡¡Vecinaaaaaaaaaaaaaaa!!!, ¿se te quema la comidaaaaaaaaaaaa?

-FIN-

Y ahora, si usted lo desea, y pese a que sainetillo es el primero que escribo, ya puede tirar omates :))) Pero, ¿y lo que me he divertido viendo batas, viendo Fuentes, viendo fomberos, y niños metiendo mano al puchero?


indah

jueves, junio 09, 2005

Sin motivo


Cerrar los ojos despacio,
sin motivo.
Adivinarte. Adivinar tu voz
entre las otras.
Abrirlos lentamente,
y ver el día.

Cerrar los ojos despacio,
y sin motivo,
inventarme palabras
sin sentido,
juntar letras tras letra:
imaginarte.

Volver a imaginarte,
a pensarte.
Trazar con mano firme
dos renglones,
dos ríos paralelos,
una autopista.
dos latidos unísonos,
dos sones.

Cerrar los ojos despacio,
presentirte;
conjurarte en la magia
de las cosas,
y quedarme soñando
en el espacio
que media entre tus manos
y mis manos.

Cerrar los ojos despacio
y sin motivo.
Abrirlos lentamente,
olvidarme,
que hasta olvido querría ser
si me olvidases.

indah

miércoles, junio 08, 2005

En el viento, hacia el mar, Julia Uceda y San Cupertino


Mi madre reza a san Antonio cuando pierde alguna cosa. Y san Antonio siempre se la encuentra. Entonces ella busca el cepillo de las limosnas de san Antonio, y le paga la deuda. A mí san Antonio no me encuentra nada, mejor dicho -y con el debido respeto que yo le tengo al santín casamentero-, creo que, simplemente, sabe que no le voy a pagar y por lo tanto no busca. Digo creo, y bien podría decir que estoy segura, hasta mi madre me lo dice: "tacaña, eres una tacaña, cómo te va a buscar nada si le debes ni se sabe cuántos euros..." (¡vamos, como si yo perdiera todos los días algo!)

Todos los día no, pero el mes pasado, acostumbro a leer mientras voy en el autobús, perdí un libro muy querido para mí. Querido porque era un regalo. Querido porque yo amo la palabra hecha Poesía. Sí, se me perdió: "En el viento, hacia el mar" de Julia Uceda, premio Nacional de Poesía 2003. Pasó un tiempo antes de que lo echara de menos, hice un viaje largo, estuve fuera más de quince días. En fin, pensé que, aunque suele acompañarme, lo había dejado en casa. Pesa un poco y había elegido uno más manejable para leer.

A mi regreso lo busqué por todas partes, incluso donde era imposible que estuviese. No apareció. Pregunté en todos los sitios, amigas, amigos, a sus madres, en tiendas, etc., en cualquier lugar que hubiera podido dejármelo, preguntaba. Nadie supo darme noticias de él. Y mi madre dijo, si no le debieras tanto dinero a san Antonio... bueno, bueno, yo se lo pediré.

Y yo pensé, va a dar igual, a mí no me busca nada, pues anda que... con la cantidad de veces que le llamado usurero... puff.

Mi madre tiene su santo, y yo tengo el mío. Me lo recomendó una amiga una vez que perdí un pendiente. No hay que ofrecerle pasta. No hay que martirizarle como a san Cucufato, no.

Mi santo es un santo humilde y muy generoso que se conforma, a cambio de buscarte lo que sea, con lo que podríamos llamar "poca cosa". Ah, pero no, ahí está la trampa, en realidad lo que le das a cambio es tan grande que no tiene valor. Y mi santo existe, si señor. Claro que sí. De hecho, celebra su santo (nunca mejor dicho) el 18 de septiembre, si bien yo le he quitado el José y le llamo por el apellido a secas -¡el pobre!-. Parece que no le importa mucho; yo le llamo Cupertino aunque en realidad es José de Cupertino (me acabo de enterar ahora mismo, palabrita de El Niño Jesús :) Bueno, pues a lo que íbamos, si se te pierde algo hay que rezar medio Padre Nuestro (el otro medio cuando lo encuentres). Desde luego que lo recé; y el sábado pasado, sí fue el sábado pasado, estaba yo, incluso, un poco enfadada con él. Caray, le decía, es la primera vez que me fallas. Y lo malo es que no puedo rezar la otra mitad.

Ya me había hecho a la idea. Sólo le pedía a Dios (como la canción) que a quien lo hubiera encontrado le gustase la poesía. Y empecé a pensar en ahorrar para comprármelo otra vez, aunque el ejemplar perdido era un regalo ¡cachis! Pues bien, el lunes fui a recoger unos botones, y la dueña de la mercería me dijo:
-¿Tú te dejaste un libro aquí?
-¿De poesía, de Julia Uceda, el premio nacional, tiene las tapas color crema y una franja naranja? -le apabullaba yo sin darle tiempo a que me respondiera.
-Uis, chica, para, para que no entiendo nada de lo que me dice. No sé de quién es, pero está aquí, y sí, creo que es de poesía.

¡Qué alegría tan grande!

Libro en mano, calle adelante, sintiendo el viento revolviéndome el pelo, recé la otra mitad del Padre Nuestro.

Y qué estupendo es mi santo. Y me aguanté las ganas de decir: "Mira, me ha encontrado el libro a mí. Y sin pagar ni un céntimo. Que lo sepas". Pero pensé que no estaba bien ser tan... sí, malvada :)

Quizá no dé la dimensión de mi tristeza cuando lo consideré perdido, pero copio uno de los poemas que más veces he leído del libro:


EL REGRESO

(A Manuel Montero)


¿Verdad que yo debiera morir
ahora que el tiempo es como un ascua pura,
ahora que el cielo
es un gesto total de bienvenida?
Sin embargo, yo pienso en la noche,
en los vagos caminos de la noche
por los que iré perdiéndome, borrándome.
Y quedará a mi espalda... nada.
Un silencio, un vacío, un mundo no creado.

¿O no? ¿Podré tal vez un día
correr, como una niebla silenciosa,
desde el mar a la tierra,
abrazando los altos pinos
que no me ven ni me conocen?

Secretamente, creo que volveré.
Con mis cabellos duros
jugarán las estrellas y las fuentes
y yo seré un misterio más en los misterios,
hoja en hoja, sonido en aire, tierra...

Y tal vez dentro de un hogar,
el hombre joven diga a la mujer:
Cierra ya la ventana. Esta es noche
de nieblas y de brujas. Ven.
Y ámame."

Julia Uceda





martes, junio 07, 2005

Hasta que vuelvas



"Barcas al atardecer". Poch Romeu



Y es que me faltas tú: como el viento al molino, como a la mar la barca.
¿Por qué cuando te vas, es todo como un rito?

No me acostumbro a esta sombra colgada al fondo de mis ojos,
ni al silencio que roza, susurra, o se acurruca y duerme
ocupando tu espacio en todos los rincones.

Ni al plástico que pincho (para engañar al tiempo)
en la aguja pequeña del reloj del salón,
que ahora no da la una ni las dos ni las tres:
da tu ausencia exacta,
en esa hora que nunca fue de nadie, sino nuestra.

Es que me faltas tú. Y por mucho que mis sueños tiendan a tu universo,
aunque le pegue sellos a tu cielo, y notas amarillas que ya,
de tan usadas, precisan de chinchetas,
no me acostumbro, no, al brillo enjalbegado del espejo
que vive en el pasillo y guarda tus ausencias;
que las guarda, las cuenta y envía tras de mis pasos réplicas de tus huellas.

Aunque te rías, y digas (siempre) que es invención mía:
que un espejo no acecha ni aunque esté en el pasillo, yo sé que, oculto,
viviendo en su reflejo de un blanco tan oscuro
que en él, quizá, ya ni Dios Se esté Siendo,
en sus hilos brillantes se refleja una sombra -que tampoco eres tú-
repartiéndose un tiempo,
que recuerdo haber visto en ese otro momento en que lo vemos todo.

Y es que me faltas tú.

Me quedo... como si me olvidara a mí misma
en mí misma en alguna otra parte;
y debo recordarme que «lo prometido es deuda».
Y que no he de estar triste.
Por eso, aunque la imagen diga: «tienes lo necesario», y yo diga:
«sí, lo tengo, tengo ojos; y ganas. Pero es que... no sé,
no sé dónde he olvidado mis lágrimas».


Y es que, cuando te vas...
Hasta que me digo que para no hacer más que pensar en ti,
más que medir tu ausencia, mejor será que vaya a peinar a la Luna,
a escalar el alba, o a «saber» si es tu beso el que me está esperando
en esa nueva estrella que cada noche invento.

Y es que, cuando te vas
yo me quedo sin ti, y me quedo sin hadas.

Es... casi como un rito. Y tú me faltas, tú:
como el viento al molino, como a la mar la barca.

indah

viernes, junio 03, 2005

NO NO NO




De repente todos los sonidos: "Miguel Miguel Miguel Eta, escucha, aquí tienes mi nuca Eta, escucha, aquí tienes mi nuca Eta, escucha, aquí tienes mi nuca Asesinos asesinos asesinos", se han juntado en mi cabeza. Alguna emisora de radio los está reproduciendo; es muy temprano. Amanece –de nuevo- el espíritu de Ermua. Un profundo escalofrío aleja el sueño ( no he dormido ni cuatro horas). María del Mar Blanco pide recuperar aquel espíritu con un "no" rotundo a la negociación.
Cae insistentemente el agua desde la alcachofa de la ducha, he abierto el grifo al máximo y que le den morcillas a la sequía, y al Consejo de Ministros en pleno: me siento sucia, y ellos tienen la culpa. Cae, sí, pero la “escandalera” que organiza al salpicar las cortinas, el plato y mi cuerpo no evita que siga oyendo dentro de mi cabeza: "Miguel, Miguel, Miguel". Ni cerrar los ojos me evita ver miles y miles y miles de manos -blancas- que se elevan una vez, y otra, y otra, hacia el cielo.
Y se me revuelve el estómago.
¿Dónde estaban aquel aciago día quienes nos gobiernan hoy?
¿Quiénes se han creído que son?
Ellos no tienen derecho a perdonar.
Ellos no pueden perdonar.
No pueden.
No deben.
No.
No.
No.
Mientras me seco, pienso. Y recuerdo.
Recuerdo el rostro de Pilar Manjón, nunca he visto el de su marido pero también pienso en él. Y pienso en su hijo. Me callo. Pobre mujer, no se puede pedir cuentas a quien le han matado a un hijo.
Pero sí se piden cuentas a madres y padres cuyos hijos fueron asesinados por ETA. Porque son ellos, según el “Altísimo Comisionado para las víctimas” ¡qué sarcasmo!, quienes con su actitud crispan a nuestra adormecida o adocenada o cobarde o abúlica sociedad. Una sociedad que no quiere saber nada de problemas. Que alguien los resuelva -claman-, aunque sea mal. Dios mío ¡qué asco! Pues ellas -las víctimas y sus familias- con o sin su aquiescencia, señor Peces, son los únicos que, por desgracia, tienen derecho a lanzarles a los pies -como un escupitajo- lo que ustedes pretenden perpetrar. Ellos, sí, ellos señor Rodríguez.
Ellos son los únicos que tienen derecho. Y no piden mucho: Justicia.
Pienso en Pilar Manjón: vive sumida en su dolor, su rabia, su odio. Pobre.
Y pienso en otra mujer que, sin el menor empacho, fría, vestida de marca. De diseño. De azul tirando a malva para que, quizá así aún sonaran más frías sus palabras, la Vicepresidente (sí, con "e") del Gobierno dice que no mueve una coma. Ni nada, señora; usted no mueve nada. Lo que diga la calle no le importa ni le interesa absolutamente nada, señora. A usted sólo le interesa usted y sus modelitos de marca (ya puestos, admítame un consejo, se lo doy gratis: búsquese a una persona que le aprecie y le aconseje acertadamente antes de comprárselos; si es que tal persona existe).
Pues a pesar de ello y de lo anterior, yo, que soy parte de la calle, al menos lo fui para ustedes cuando estuve en contra de la guerra (no en contra del gobierno de entonces: en contra de la guerra, de cualquier guerra, de todas las guerras), y que siempre que he podido he abrazado en mi corazón a las víctimas (a todas señora Vicepresidente; a todas señor Presidente, porque todas son víctimas) se lo digo y se lo repetiré hasta la saciedad:


Negociación en mi nombre, no